No tanto como su pasado
pero aun así la noche estaba oscura,
reinaba en el ambiente la locura
y la suerte no estaba de mi lado.
Me decidí por fin
a esperarte a la salida del Luna Park,
si no entré al camarín
voy a seguirte en un taxi hasta que entres en un bar.
Después de un largo paseo por toda la Capital
decidiste ir a "Clásica y Moderna",
el taxi me costó diez pesos, de eso no me olvido más,
y el trago más barato costaba una pierna.
Pero yo estaba contento porque pude entrar,
y apenas lo hice me senté en mi silla,
se acercó el mozo, me dijo: "Señor, ¿qué va a tomar?",
le dije: "Gracias, muy amable, agua de la canilla".